En un comunicado, los organizadores del Mundial de Qatar admitieron haber explotado a trabajadores contratados para los torneos preparatorios de la FIFA, en el país del Golfo Pérsico.
Dichas declaraciones fueron sacadas a relucir luego de que se emprendiera una investigación por Amnistía Internacional, la cual descubrió que los guardias de seguridad fueron obligados a trabajar en condiciones de “trabajos forzados”, al superar las sesenta horas de trabajo por semana sin días de descanso.
Stephen Cockburn, de Amnistía Internacional declaró: “Muchos de los guardias de seguridad con quienes hablamos para conocer a sus patrones sabían que estos últimos violaban la ley pero no se sentían con el poder suficiente para desafiarlos.” “Agotados física y emocionalmente, los trabajadores siguieron presentándose al empleo bajo la amenaza de las sanciones financieras o, peor aún, revocación de contrato o incluso deportación”.
Y Cockburn añadió que la labor de la FIFA era focalizarse en evitar los abusos. “La FIFA debe enfocarse en hacer más para evitar abusos en el sector de seguridad privada, inherentemente peligroso, o verá cómo el torneo se empaña más por los abusos”.